Estrés canino


Los perros, al igual que los humanos, también pueden sufrir estrés. Éste es una reacción del organismo ante una situación de emergencia o una respuesta de mayor intensidad que la que se produce en circunstancias normales. Aumenta la frecuencia cardíaca y el sistema nervioso entra en alerta segregando sustancias como la adrenalina para que los sentidos entren en pleno funcionamiento. Esto no es malo, siempre y cuando no se prolongue en el tiempo, pues ayuda a superar una situación.

Sin embargo, si un perro sufre estrés continuo, su organismo se desgastará y tendrá más propensión a enfermar ya que sus defensas descenderán. Psicológicamente, al encontrarse permanentemente ante situaciones conflictivas, reaccionará instintivamente. Puede desarrollar conductas agresivas y sentir miedo, además de que será incapaz de aprender puesto que estará afectado emocionalmente.

Causas del estrés en los perros

Gracias a su gran sensibilidad, los perros perciben sin esfuerzo nuestro estado de ánimo. Esto significa que un amo estresado transmitirá este estado de ánimo a su perro y, al ser una situación continua, no podrá resolverlo y no conseguirá relajarse. Lo que nos pasa les afecta, así que debemos intentar ser personas equilibradas sin excesivos conflictos.

Sin embargo, el estrés puede deberse a otras situaciones. Un perro que realice poco ejercicio o que esté mucho tiempo solo y se aburra al carecer de estímulos, también puede padecerlo. La solución, en este caso, está clara: dedicándole más tiempo, haciéndole partícipe de la vida familiar y dejando que juegue con otros perros, conseguiremos que lo supere. No olvidemos que son animales sociales que necesitan interactuar tanto con humanos como con individuos de su misma especie.

Un cambio en su entorno también podría afectarle. Una mudanza puede ser particularmente estresante para el animal, pero con juguetes u otros objetos impregnados con el olor de su antiguo hogar lograremos tranquilizarle. Las visitas al veterinario o la llegada de un nuevo miembro a la familia pueden ser situaciones que tampoco tolere. Un poco más de atención y palabras de cariño contribuirán a que supere su ansiedad y siga considerándose importante.

Lo cierto es que la rutina es fundamental para ellos, de ahí que les afecten los cambios que perturban sus hábitos. No se trata de ser excesivamente rígidos pero sí es bueno establecer un horario para la comida, los paseos y los juegos.

Detectar el estrés canino

Cuando una mascota está estresada, cambia su comportamiento. Los perros agresivos lo serán aún más: ladrarán, gruñirán e, incluso, podrían llegar a morder. Los perros nerviosos sin tendencias agresivas pueden canalizar su nerviosismo a través de vómitos o diarreas mientras que los que son más introvertidos podrían empezar a lamerse o morderse compulsivamente hasta hacerse heridas.

Si detectamos cualquier anomalía debemos acudir al veterinario para que descarte cualquier enfermedad y, si nos confirma que padece estrés, nos dará la mejor solución. En ocasiones será necesario recurrir a un etólogo o a un adiestrador y, en casos extremos, quizá debamos medicar al perro. Una dieta equilibrada es fundamental en estos casos, puesto que el estrés afecta al sistema inmunológico.

Es evidente que no podremos evitar situaciones que estresen a nuestro perro pero si somos considerados y aprendemos a tratarle como debemos, conseguiremos minimizar sus efectos. Con buena alimentación, estímulos suficientes y actividades divertidas, habremos recorrido mucho camino. Además, pasar tiempo con él y hacer que disfrute sólo traerá beneficios para todos.

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